‘La especulación – engaño – especulación’ ©

¿Dónde quedó la bolita?

Por huggo romerom™

La especulación, esa gran maestra del engaño, ha sido desde tiempos inmemoriales la herramienta predilecta de los vivales para aprovecharse de la ignorancia de las masas. Se ha infiltrado en la historia, distorsionándola a conveniencia de los vencedores; ha moldeado la economía, convirtiendo papeles sin valor en fortunas; ha corrompido la política, donde los especuladores juegan con las promesas de progreso como si fueran fichas de casino; y ha intoxicado la sociedad, vendiendo ilusiones a precios exorbitantes.

Tomemos como ejemplo las acciones bofas, esos papeles sin respaldo que se venden como si fueran la clave de la riqueza, solo para que el comprador descubra demasiado tarde que lo que adquirió no es más que aire caliente con membrete corporativo. O las hipotecas vendidas y revendidas hasta el infinito, generando fortunas artificiales mientras las casas de los incautos se desploman bajo el peso de la avaricia bancaria.

Hablemos de las divisas, convertidas en simples juguetes en las manos de quienes manipulan los mercados a su antojo. Y, por supuesto, no podemos ignorar el famoso Bitcoin, la moneda digital que es segura solo en línea, pero que fuera de la burbuja criptográfica se convierte en humo. Un espejismo financiero para quienes creen que el dinero puede multiplicarse con solo cerrar los ojos y soñar con lujos futuristas.

El arte no ha escapado de esta fiebre especulativa. La compra y venta de tela vieja disfrazada de obras maestras es el pasatiempo favorito de los que desean pertenecer a esa aristocracia artificial, que se cree culta pero solo es adinerada. Un mercado donde un manchón de pintura es vendido por millones, mientras los verdaderos artistas mueren en la pobreza.

La especulación y el engaño han encontrado en la ignorancia su mercado más lucrativo, disfrazándose de sofisticación y exclusividad para estafar a los que quieren aparentar. La “alta sociedad” y la “burguesía ilustrada” caen redondas ante la trampa del prestigio comprado, sin darse cuenta de que son tan víctimas como cualquier otro.

Es hora de desenmascarar a estos charlatanes del capital. Los especuladores no son genios de las finanzas ni visionarios de la economía, sino traficantes de ilusiones, dueños de burbujas que estallan en las manos de quienes creyeron en su falsa prosperidad. Y mientras haya ingenuos dispuestos a comprar humo con tal de sentirse parte de algo exclusivo, los mercaderes de la mentira seguirán frotándose las manos y contando sus billetes hechos de promesas vacías.

Jaque Mate.

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