El Gran Engaño: Made in Your Mind ©

¡Qué fácil es creer lo que nos venden, eh! Desde chamacos, nos trepan al tren del mame. Que si el cine gringo es “la onda” y el nacional es “puro churro”. Pero ¿qué tal si volteamos la tortilla y vemos las cosas como son? Porque, la neta, Star Wars es una telenovela espacial con juguetes miniatura; Rocky, una copia descarada de nuestro Pepe el Toro, pero en inglés y con músculo de gimnasio. ¿Y el “moonwalk” de Michael Jackson? Lo clavó de Resortes, el comediante y bailarín mexicano que se rifaba con pasos imposibles allá en los 50’s. Pero ahí estamos, comprando espejitos, felices de que nos cuenten las mismas historias con acento extranjero y efectos baratos.

El problema no es el cine ni los gringos; el problema está en nuestra cabeza. Nos vendieron la idea de que lo importado es mejor y, como buenos compradores de ilusiones, tragamos sin masticar. ¿Cuántos de ustedes han visto Nosotros los Nobles y han pensado: “¡Ah, está chida!”, pero jamás le darían la misma oportunidad a una película  nacional porque “seguro es aburrida”? Es el autoengaño en su máxima expresión: compramos lo que nos hace sentir sofisticados, aunque sea la misma gata, pero revolcada en inglés.

Y este rollo no se queda en el cine. ¿Cuántos de nosotros pensamos que los políticos nos representan? Ja. A ver, despierten: los políticos no son servidores públicos, son ladrones disfrazados de traje. La política no es más que el arte de robar a lo grande, pero con papeles firmados. ¿Impuestos? Una forma elegante de despojarte de lo que ganas con tu jale. ¿Planes de desarrollo? Traducción: proyectos millonarios que benefician a las mismas familias de siempre. Pero ¿qué hacemos? Nada. Apáticos como siempre.

Nos sentamos a quejarnos con la chela en la mano, siguiendo redes estúpidas en el celular o la  lap,  viendo cómo nos arrancan hasta las ganas de soñar. Y no es que no veamos el atraco en nuestras narices, es que preferimos hacernos tontos. Porque reconocer que nos están viendo la cara es aceptar que hemos sido cómplices del desmadre.

El engaño está en nuestra mente, en el cine que consumimos, en los políticos que elegimos y en la realidad que aceptamos sin chistar. ¿Y sabes qué es lo peor? Que hasta nos gusta. Nos encanta sentirnos víctimas mientras aplaudimos a quienes nos están chingando.

Si queremos dejar de ser el chiste del mundo, hay que empezar por bajarnos de la nube. No todo lo que brilla es oro, y no todo lo nacional es basura. Abramos los ojos, saquemos los oídos del gringo y la cabeza del hoyo. Porque mientras sigamos creyendo que el problema está en el otro, seguiremos siendo parte del problema.

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