“No todos los que se acercan quieren pedirte algo… algunos vienen a darte la llave del éxito” ©

Por huggo romerom™

Vivimos en una época en la que la desconfianza tiene más likes que la fe en el otro. Hoy, si alguien se te acerca, automáticamente activas tu escudo: “¿Qué me va a pedir?”, “Seguro necesita dinero”, “No tengo tiempo”, “Estoy muy ocupado”. Y ahí está el error. Porque mientras estás ocupado inventando excusas para evitar que alguien te pida, te estás perdiendo de alguien que quizá te iba a dar.

No todo el que toca tu puerta viene a mendigar. A veces, viene a invitarte a construir un imperio.
Sí, así de claro.

Es un reflejo retorcido del ego creer que todo el que se te acerca quiere algo de ti. Como si fueras la fuente universal de soluciones. Y lo peor no es que  pienses eso, lo peor es que actúas como si fuera cierto. Te cierras, te haces el ocupado, el importante, el autosuficiente. Pero cuando despiertas, el tren ya pasó… y no vuelve.

Lo sé, lo has vivido. Esa llamada que ignoraste. Esa reunión que nunca agendaste. Ese café que te dio flojera aceptar. Y ahora ves a esa misma persona desde abajo, mientras corta la cinta de su nueva empresa, lanza su libro, lidera un proyecto internacional o simplemente vive en paz, en su propósito, sin cadenas. Y ahí es cuando te preguntas: “¿Qué hubiera pasado si le hubiera dicho que sí?”.

Pero ojo, esto no es para que corras a subirte al tren que ya partió. Porque si rechazaste la oportunidad por prejuicio, no te acerques ahora por conveniencia. No porque te vayan a cerrar la puerta –la gente exitosa, créeme, suele tener el corazón grande–, sino porque hay algo que pesa más que el fracaso: la incongruencia. Y si la perdiste por miedo, que no la recuperes por hambre.

La congruencia también es ética empresarial. Así como no das sin esperar aplausos, tampoco tomes cuando ya no hay sillas en la mesa. No todos los caminos vuelven a cruzarse. Y eso está bien. Porque cada puerta que ignoraste es una lección, y cada proyecto que desechaste es una versión de ti que pudo ser… pero no fue.

Así que la próxima vez que alguien se acerque, no saques el catálogo de excusas. Escucha. Observa. Evalúa. Porque quizá no viene a pedirte  nada. Quizá viene a cambiarte la vida. Y esto aplica en todos los aspectos de la vida.

Y si tú eres quien va tocando puertas y te cierran muchas: no te detengas. Al final, el que tenía algo que dar eras tú. Y ellos… bueno, ellos se lo perdieron.

Jaque Mate.

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