La Ecuación Imperfecta del Amor (y otras matemáticas que nunca entendí) ©

Por huggo romerom™

         

Hoy me desperté en medio de una meditación tan profunda que ni el Dalai Lama se hubiera atrevido a interrumpirme. Una de esas donde no solo cierras los ojos, sino que caes… como en esos sueños eternos donde vas cayendo y cayendo y nunca terminas de llegar al suelo. Spoiler: yo tampoco llegué…Hoy es un domingo triste muy triste (5 Abril 2025)  seguido de un sábado igual y un viernes más triste aun…y lo demás días anteriores para que les cuento…

Y entre ese limbo mental, me sonó una canción: “Hoy voy a cambiar”. Ya sabes, esas rolitas con vibrato emocional y olor a epifanía barata. Pero algo hizo clic. Porque sí, hoy cambié. Hoy me cansé. Hoy me rendí. Y no es un drama, ni un berrinche. Es una renuncia oficial, casi notariada: “te anuncio, te aviso que hoy renuncio”, como dice otra rola que ahora siento más mía que mi acta de nacimiento.

Porque por más que le eches ganas, te esfuerces, ames como si el amor pagara renta… hay relaciones que simplemente no cuadran. Y no es por falta de pasión, de detalles, No. Solo es que nunca se me dieron las matemáticas.  (https://www.linkedin.com/pulse/la-ecuaci%25C3%25B3n-imperfecta-del-amor-hugo-mc-pato-romero/?trackingId=ooirYhJvROyoG1wYMU9fyw%3D%3D)

Ni en la primaria, ni en el amor. Y esto, esto fue una ecuación imposible. El tipo de ecuación donde das más y recibes menos, y mientras más das, menos pareces importar.

¿Y por qué? Buena pregunta. Tal vez porque yo pensaba que esto iba de colores, de emociones, de piel con piel. Pero resulta que aquí lo que manda es el Excel emocional, los números fríos, las estadísticas de esfuerzo vs interés, y el algoritmo del “cuando te necesito te escribo, pero mientras tanto mantente en pausa”.

Y no. No se vale que te tengan como Último Recurso. Yo valgo, carajo, y valgo más que esos “nos vemos luego”, que esas llamadas de emergencia emocional. Valgo más que las migajas de atención que uno acepta con hambre, olvidando que hay comida rápida por todo el mundo. Sí, comida emocional rápida, malita pero abundante.

Hoy no pido, no reclamo, no exijo. Porque nada hubo. Esa es la parte más dura. Uno se aferra siete años a algo que en realidad fue un espejismo con buen marketing. Siete años de construir un edificio sin planos, con ladrillos invisibles y mucho, muchísimo cemento emocional que solo yo puse. Y sí, quisiera que esos siete años fueran toda una vida. Pero  esto es unilateral y se necesitan 2 para una ecuación y construcción.

Así que me voy. Desaparezco. Me borro. Me rehago. Y en este viaje, me  tocará sentarme a estudiar. A ver en qué fallé. A intentar resolver esa ecuación que nunca entendí. Porque tal vez, solo tal vez, con práctica, con ensayo y error, un día logre entender cómo funciona eso de sumar sin perder, de dividir sin quedarme vacío, de multiplicar sin que todo se vuelva ruido.

Como diría un viejo amigo de barrio: “sácate a echar pulgas a otro lado”. Tenía razón. No sé cómo pude pensar que iba a resolver un problema de álgebra emocional con un corazón que solo sabe escribir poesía.

Pero aquí voy. Con sarcasmo, con dignidad, con un dejo de tristeza. Porque sí, me dolió. Pero también me despertó. Y a veces, caerse en el sueño más profundo es la única manera de despertar en la vida real.

“Cuando encuentre el éxito regresaré, o tal vez ya no tenga caso” ©

Me doy Jaque Mate con polvos de note veo.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *