‘Hagamos una junta de inmediato para planear un junta’ ©

Por huggo romerom™

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“La Juntitis Aguda: El Síndrome del Ejecutivo Existencialmente Incompetente”

En el ecosistema corporativo, ese pantano donde los trajes planchados ocultan las arrugas del alma, existe un fenómeno tan inútil como omnipresente: la junta. Esa orgía de tiempo muerto donde el café se enfría mientras las neuronas de los presentes se suicidan en cadena. Las juntas no son reuniones; son actos de fe donde el tiempo va a morir. Son el Disneylandia del sinsentido profesional.

El problema no es la junta en sí —la reunión legítima es un arte extinto como la elocuencia en la política—, sino el ente que la convoca: el ejecutivo confundido, el gerente de PowerPoint, el director de nada con salario de todo. Él, o ella, no necesitan una junta. Necesita terapia. Y posiblemente, una renuncia.

Porque cuando alguien convoca una junta de dos horas para “alinear estrategias” sin tener una sola estrategia bajo el brazo (salvo su agenda de control disfrazada de liderazgo), lo que realmente está haciendo es una junta existencial. No para la empresa. Para sí mismo. Necesita reafirmar que existe, que manda, que hay gente que se sienta cuando él habla, aunque no diga absolutamente nada que no se pueda resumir en un correo de dos párrafos o en una servilleta de cantina.

Las juntas son el opio de los inseguros. Son la versión empresarial del “me gustas pero no sé qué somos”. Son reuniones de una hora para decir que no hay avances, porque justamente se pasó la hora en una reunión diciendo que no hay avances. Bienvenidos al eterno loop corporativo: un bucle de aire caliente donde cada palabra “sinergia” o “resiliencia organizacional” es una cachetada a la inteligencia colectiva.

Y ahí están todos: el becario que ya se quiere aventar por la ventana, el gerente de ventas que no sabe si contestar correos o fingir que toma notas, el abogado de la empresa que se pregunta si ese horror viola derechos humanos, y el creativo que se pregunta si aún es joven para huir a otro país a vender hamburguesas.

Legalmente hablando, una junta mal convocada, sin orden del día, sin objetivo claro y sin resultados tangibles, es una forma aceptada de secuestro de tiempo. En algunos países nórdicos quizá hasta sería delito menor. Porque ¿qué es el tiempo en el mundo de los negocios? Capital. Productividad. Vida útil. Si lo desperdicias, estás matando dinero. Y si lo haces como hábito, entonces la incompetencia no es una falta: es una política interna.

La junta inútil es el cementerio de las ideas que no nacieron y el mausoleo de los liderazgos que nunca existieron. Es el teatro del absurdo, sin guion, sin propósito, pero con minuta y firma de asistencia.

Así que, si estás leyendo esto antes de entrar a otra junta sin propósito, detente un segundo. Tal vez no necesitas otro comité. Tal vez lo que necesitas es leer un libro, ver un tutorial, renunciar a tu cargo o simplemente dejar de temerle a un correo bien redactado.

O mejor aún: cállate y trabaja.

Dedicado a la memoria del novio de Julieta, ni modo RIP por esta enfermedad de “Juntitis”.

Jaque Mate.

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