Foráneo una vez, foráneo por siempre ©

No es una etapa, es una forma de estar vivo (aunque a veces no hayas comido bien en tres días)

Por huggo romerom™

“Los Mejores CHefos somos los foráneos, con nuestras recetas saboreas los más exquisitos manjares y tu digestión puede ser liquida e inmediata”.

Hay experiencias que te cambian la vida, y luego está ser foráneo: esa gloriosa mutación existencial donde pasas de ser “el hijo de casa” a convertirte en un náufrago urbano con WiFi, que sobrevive a base de Maruchan, sarcasmo, y una dignidad cuidadosamente remendada. Porque sí: ser foráneo no es una fase universitaria, es una declaración de principios. Un manifiesto vital. Un estado mental. Un estilo de vida que se lleva, aunque después tengas lavavajillas y perro con suéter.

El momento en que te das cuenta de qué estás hecho

Ser foráneo es el instante en que descubres que no estás hecho de azúcar ni aire: estás hecho de decisiones rápidas, soluciones creativas y un talento natural para sobrevivir cinco días con 73 pesos sin caer en la ilegalidad (ni en la desesperación).

La universidad pasa a segundo plano. La verdadera educación comienza con la ducha fría porque se acabó el gas, la lavadora que “solo agita pero no lava”, el arroz que se quema aunque lo estés viendo, y el refrigerador que es más bien un museo de comida muerta.

“El que fue foráneo, lo es para siempre. Aunque viva en una zona residencial con Alexa y tres cuentas de streaming.”

El argumento es el caos, y los diálogos… también

En esta vida, los problemas no son obstáculos: son narrativa. Son argumento. Son el guion improvisado de una tragicomedia diaria que tiene como soundtrack el vecino gritando, el microbús rugiendo y tu estómago quejándose.

Aprendes a resolver todo sin pedir ayuda. Aprendes a hablar solo, a cocinar sin receta, a planchar con la plancha del pelo, a ser productivo sin horario, y a levantarte cuando todo se viene abajo. Porque nadie va a hacerlo por ti. Y aunque suene duro, es hermoso. Es real. Y es intensamente tuyo.

Ser foráneo es una especie de religión pagana

Es vivir con fe en el Oxxo de la esquina.; Es buscar señales en el saldo de la tarjeta; Es dormir con la laptop encendida y sueños de freelance millonario.

Es una liturgia donde el café es comunión, la llamada a tu mamá es confesión, y tu cuenta bancaria es el Apocalipsis según el banco.

Pero no lo cambias por nada.
Porque el foráneo tiene un espíritu nómada, libre, creativo, testarudo y maravillosamente intenso.

Algunos lo pausamos, pero nadie lo olvida

Hay quienes por una mala decisión (también conocida como “responsabilidad adulta”) tuvimos que suspender ese estilo de vida. Cambiar la independencia por estabilidad. El caos por rutina. La incertidumbre deliciosa por la comodidad envasada.

Pero nunca se olvida. Nunca se apaga.  Se extraña. Se revive. Y eventual, o finalmente, se regresa a este mágico mundo.

Como yo. Como tú, tal vez. Porque una vez foráneo, foráneo para siempre.

¿Y qué es ser foráneo, realmente?

Es cocinar con lo que hay; Es lavar tu ropa (y planchar más seguido de lo que admites); Es no tener horarios, pero sí metas;  Es trabajar como loco por gusto; Es ser creativo a la fuerza… y por gusto también; Es ser como quieres ser, sin pedir permiso; Es estar vivo. Brutalmente vivo.

“Ser foráneo es como andar en bici sin frenos: al principio da miedo, luego se vuelve adictivo y al final no puedes vivir de otra manera.”

Jaque Mate.

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