Por huggo romerom™

“Debes ir tu como creador de la idea y levantar lo que es solo un concepto, un nombre y una acta constitutiva y juntar los pedazos y tratar de echar a andar ese monstruo en gestación”
En los últimos años, el ecosistema emprendedor ha estado inundado de discursos repetitivos —casi al ritmo de una canción pop pegajosa— sobre la delegación, la coordinación, la asignación, la planificación y todas las “-ción” posibles que se promueven como dogmas incuestionables en el manual moderno de liderazgo y coaching empresarial.
Es común escuchar en conferencias, talleres y sesiones de coaching frases como: “Aprende a delegar”, “Confía en tu equipo”, “No te desgastes haciendo todo tú solo”. Y aunque, en teoría, estas ideas son valiosas para estructuras maduras y en operación, la realidad para quien está en la línea de fuego fundando un negocio es radicalmente distinta.
Cuando estás por emprender, no puedes permitirte confiar ciegamente en nadie. Ni en socios entusiastas, ni en consultores motivacionales, ni en aquel contacto “clave” que promete abrirte las puertas correctas. En las etapas iniciales, dejar funciones vitales en manos de terceros es una apuesta de alto riesgo con muy bajo retorno.
El caso típico: Necesitas establecer una relación comercial con una figura o institución clave para dar inicio a tu negocio. Un socio afirma tener una conexión útil y se ofrece a encargarse del acercamiento. Pasa una semana, luego otra. No hay avances. Finalmente, reconoces que no solo no se hizo el contacto, sino que ni siquiera se entendió la magnitud de lo que estaba en juego. Entonces, no queda más remedio que ir tú mismo. Presentar el proyecto con la pasión que solo el creador tiene. Exponer el valor, los riesgos, los diferenciales. Conseguir, como sea, el cómo sí.
Otro ejemplo recurrente: un grupo de cinco personas se entusiasma con una idea. Se redacta un acta constitutiva, se diseñan logos, se define el nombre. Pero al no ver resultados inmediatos, empiezan a desinflarse. Nadie da seguimiento. Nadie llama. Nadie ejecuta. Y el proyecto, en lugar de madurar, se seca. Peor aún, comienzan los reproches cruzados: que tú no hiciste, que él no cumplió, que ella no aportó.
Ahí es donde el verdadero emprendedor —el que concibió la idea, el que la parió en papel y estrategia— debe hacer lo que nadie más hará: levantar del suelo un concepto moribundo, reestructurarlo, redefinir el cronograma, adaptar el plan de negocios y empezar desde donde otros solo vieron humo.
Por eso, delegar en exceso y demasiado pronto puede ser letal.
Delegar sin estructura, sin proceso definido, sin manual de operaciones, sin saber el “qué”, el “cómo” y el “por qué” de cada acción, es un acto de fe que ningún fundador puede permitirse. Antes de delegar, hay que construir. Antes de distribuir funciones, hay que estandarizarlas. Antes de invitar, hay que validar el modelo.
Primero crea, luego delega
El emprendimiento no es una democracia participativa ni un reality show de liderazgo. Es, en esencia, una dictadura temporal de la visión. En la etapa cero, el emprendedor es CEO, vendedor, abogado, publicista, gestor financiero, repartidor y vocero. Solo cuando el sistema básico esté en funcionamiento —convalidado, documentado, medible— es cuando puede empezar a profesionalizarse con equipos, indicadores y funciones asignadas.
Delegar no es abdicar. Delegar debe ser un acto estratégico, no una renuncia emocional. Y para eso, el primer paso es tener algo que delegar: un modelo operativo real, un sistema jurídico-administrativo vigente, una narrativa institucional que transmita identidad.
¿Y el coaching?
Mucho se ha romantizado el papel del coaching en las fases iniciales del emprendimiento. Sin negar su valor en términos de mentalidad, enfoque o motivación, lo cierto es que ningún proceso de coaching reemplaza la ejecución directa ni la gestión práctica. El coaching no construye empresas. Las personas lo hacen. Y en las primeras etapas, esa persona eres tú.
Por eso, antes de repetir el mantra de la delegación, pregúntate:
¿Estoy construyendo algo que ya se puede compartir o apenas estoy trazando en el aire un sueño que aún no existe?
Jaque Mate.
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