Eleazar Fuentes Gutiérrez
El gobernador de Nuevo León, Samuel García, ha generado mucha controversia en los últimos días al vacacionar en Disney World con su familia, apenas un día después de regresar de una gira de 12 días por Europa.
Su gira por Europa —que, según comunicó el propio gobernador, fue de trabajo para el beneficio del estado— terminó, llegó a México y, días después, se fue de vacaciones a Disney. El punto de esta columna es reflexionar sobre si se puede gobernar desde lejos, y qué está bien o mal desde el punto de vista político y comunicativo.
Y es que, ante la pregunta del título —¿Se puede gobernar y estar de vacaciones al mismo tiempo?—, hay varias respuestas, dependiendo del enfoque con el que se analice. Si hablamos técnicamente, sí: se puede gobernar desde cualquier parte del mundo. Vivimos en una era digitalizada en la que es posible tomar decisiones y comunicarlas gracias a vías tecnológicas que han evolucionado notablemente con el paso de los años.
Pero si hablamos políticamente, el juego cambia por completo. Samuel García está cayendo en un error gravísimo. Gobernar no se trata solo de tomar decisiones o dar órdenes; va mucho más allá, especialmente desde el punto de vista de la comunicación política. Una vez escuché a un profesor en la universidad decir: “En política, todo comunica”. Y es verdad.
Samuel tiene que comunicarle al pueblo que está presente, sobre todo en los momentos difíciles. Si la ciudadanía percibe que su líder está más presente en redes sociales que en su propio estado, o que prioriza su imagen familiar y personal por encima de su responsabilidad pública, el costo político puede ser muy alto.
En el caso de Samuel García, el contraste es muy fuerte: mientras en redes lo vemos paseando en Disney, en Nuevo León hay crisis de agua, problemas de movilidad y una creciente tensión política. La pregunta que deberíamos hacernos entonces es: ¿el gobernador está verdaderamente ausente… o simplemente parece que lo está? Y en política, a veces, lo que parece pesa más que lo que es.
Esto no solo daña su imagen como gobernante, sino que también afecta a su partido y a sus aliados, dejándolos mal parados rumbo a las elecciones de 2027.
La opinión pública no perdona. Y no tardaron en surgir críticas desde el medio del entretenimiento, como el caso del youtuber Adrián Marcelo, quien cuestionó al gobernador en redes sociales por sus vacaciones. Hay que entender lo influyente que puede ser esta figura para sus seguidores, y eso, sin duda, afecta a Samuel si aún le queda interés político o desea que su partido tenga posibilidades reales en los próximos comicios.
Mi columna no es una crítica directa al gobernador de Nuevo León. Es un análisis sobre este fenómeno de la comunicación política y un intento por explicar cómo unas simples vacaciones pueden terminar afectando la legitimidad de un gobernante.
Y volviendo a la pregunta del título: técnicamente sí se puede gobernar, pero políticamente no. Y el costo de hacerlo es muy grave.
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