Cuando yo iniciaba la universidad, me preguntaba qué tenía que ver la política con la comunicación. Era una pregunta muy absurda, que ahora percibo de esa forma. Y es que política es comunicación, y comunicación es política.
Abordemos el tema de la comunicación política. En política no hay coincidencias y todo comunica. En los años 80, Felipe González, un político español, hizo su campaña electoral en contra de la OTAN, mencionando que ellos no cederían a los intereses de algunos países, etc. Ese estilo de comunicación generó popularidad y lo llevó a ganar las elecciones.
Cuando entra a la administración, los poderes fácticos obligaban a España a entrar a la OTAN. ¿Y ahora cómo comunicas a tus votantes o a tus ciudadanos que siempre sí entrarás a la OTAN? Ahí es donde entra la manipulación comunicativa, algo muy importante en la comunicación política: si no se puede cambiar la realidad, se puede cambiar la percepción de ella.
Los asesores de Felipe González detectaron, mediante encuestas, que la palabra “OTAN” les causaba conflicto a la población, así que decidieron dejar de abreviarla. Ya en las encuestas le preguntaban a la gente: “¿Te gustaría que España entrara a la Organización del Tratado del Atlántico Norte?” Y la respuesta era muy a favor. En realidad, era lo mismo; solo cambiaron letras por palabras. A eso se le llama manipulación comunicativa. Es interesante ver cómo se cambian percepciones y las realidades son las mismas.
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