Por huggo romerom™

Brecha Salarial entre Mujeres y Hombres
La violencia de género no siempre se presenta con golpes, insultos o feminicidios. También está la versión silenciosa, esa que se cuela por la nómina y se llama brecha salarial. Sí, la misma que, aunque en teoría está prohibida por la Constitución, la Ley Federal del Trabajo y hasta por convenios internacionales firmados por México, sigue vivita y coleando en el mundo laboral.
En el papel, hombres y mujeres deben ganar lo mismo por igual chamba, igual puesto y las mismas horas frente al reloj checador. Eso no lo digo yo, lo dice la Constitución en su artículo 123, la LFT en materia de igualdad salarial, y hasta la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) que México firmó hace décadas. Pero en la práctica, la nómina sigue disfrazando la desigualdad con bonos “a discreción”, ascensos “para los cuates” y sueldos maquillados. Eso es violencia de género subliminal: no hay madrazo directo, pero el golpe al bolsillo duele igual.
Y aquí entra la joya de la corona: la recién creada Secretaría de las Mujeres, que en teoría debería estar poniendo orden en el desmadre. ¿Y qué ha hecho? Nada. O peor: discursos, fotos para Twitter y mucha burocracia con perspectiva de género, pero resultados tangibles: cero. Mientras tanto, niñas y niños siguen siendo víctimas de la trata de personas, las estadísticas de feminicidios siguen en rojo, y la desigualdad salarial continúa como si fuera un mal chiste de mal gusto.
Lo irónico del asunto es que en el propio gobierno federal y en el Congreso, ahí sí se aplica la igualdad salarial. Diputadas, senadoras y funcionarias de alto rango ganan exactamente lo mismo que sus colegas hombres. ¿Por qué? Porque ahí la Constitución y la Ley se cumplen a rajatabla. El mensaje es claro: si eres parte de la élite política, la igualdad existe; si eres parte de la raza trabajadora, jódete con la brecha salarial.
Eso, jurídicamente hablando, es violencia estructural y discriminación laboral directa, sancionable. Pero socialmente se normaliza, como si la diferencia de sueldos fuera una especie de “tradición”. No lo es. Es una práctica ilegal que perpetúa la desigualdad y que el Estado tolera, lo cual es todavía más cabrón.
La conclusión es sencilla: ‘igual chamba, igual salario’. No debería ser un eslogan feminista, sino un principio laboral operativo. Mientras eso no suceda, la violencia de género subliminal seguirá siendo la más cómoda para el patrón, la más invisible para la autoridad y la más perra de combatir para las mujeres trabajadoras.
Jaque Mate.
Leave a Reply