Por Raúl A Rubio
El Humanismo Político obradorista -al auto definirse- se convierte en un trazo, un bosquejo, una brecha abierta para transitar hacia un posible socialismo mexicano incluyente y democrático. Se trata de una fórmula muy particular, geopolítica e histórica, del México de la 4T para alcanzar la justicia, la libertad, la empatía fraternal y una calidad de vida humana sin perjuicio de nadie. / Esta avenida abierta por Andrés Manuel consiste, primero, en separar el ámbito económico del político (las clases sociales poderosas separadas escrupulosamente del Estado a partir de la abolición de los privilegios). Con semejante separación, el “Estado en transición” tolera al capitalismo exigiéndole el cumplimiento de sus obligaciones laborales y fiscales mientras, por otro lado, se asegura de realizar la redistribución de la riqueza que disminuya notablemente la desigualdad social y fortalezca el mercado interno, elevando así la calidad de vida de la población. / Ello implica un nuevo tipo de funcionariado político que ejerza la función pública con mística de servicio, con honorabilidad por el cargo ocupado y con probidad en toda circunstancia. Un funcionario anti maquiavélico que niegue el privilegiado secreto de la información del poder, pues si se gobierna para el pueblo, nada hay que ocultar bajo la transparencia pública. / Finalmente, al permanecer deslindado el campo económico del político, el bienestar tiene un nuevo potencial cultural desde el que la sociedad estará en condiciones de optar por cambios creativos que nos conduzcan al buen vivir entre los ciudadanos y pueblos que integran a la nación. / Un socialismo moderno está a la vista de todos con el apoyo del pueblo trabajador. / Es mi idea.
