Raúl A. Rubio Cano
Al pedir licencia como militante de Morena, su partido, porque a partir del día primero de octubre ocupará la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, presentó un decálogo que definitivamente marca la razón de ser de Morena y de su proceder a futuro en la Cuarta Transformación que seguirá adelante con su administración presidencial.
En las instalaciones del World Trade Center, de la Ciudad de México, antes del nombramiento de la nueva dirección de Morena, Claudia Sheinbaum, ante varios centenares de militantes demandó seguir con el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador y reconociendo lo siguiente: “En unos días, el 1 de octubre, tomaré posesión como presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Me comprometo con ustedes y con el pueblo de México a que voy a estar a la altura de las circunstancias, habrá continuidad en los principios del humanismo mexicano. Seguiremos gobernando con el principio más humanista de todos ‘por el bien de todos primero los pobres’ y los principios juristas de que no puede haber gobierno rico con pueblo pobre y que con el pueblo todo y sin el pueblo nada”.
Tal vez, el punto de su legado que entregó a la nueva administración de Morena, más significativo en el universo de los partidos del mundo, sea el de reconocer la naturaleza exclusiva del partido de Morena, ya que el punto uno del decálogo, al hablar de la Unidad, manifestó: “No creo exagerar al decir que somos el movimiento social y político más fuerte de todo el mundo, porque tenemos un pensamiento claro y principios sólidos. No es trivial la unidad que hemos logrado. Miren otros movimientos en el resto del mundo y vean a la derecha en una división interna sustentada en el incumplimiento de pactos sin escrúpulos”.
Llama la atención su referencia en el punto Cuarto, al demandar marcar límites entre lo que es el Estado y el Partido: “no ser un partido de Estado. El gobierno de la República cumple sus tareas para la transformación del país, y el partido las suyas. Para ello, Morena debe fortalecerse sin caer en el burocratismo. La fuerza del partido es la organización desde abajo, sus comités de base, su contacto permanente con el pueblo, casa por casa, entregando el periódico Regeneración”.
Y en el quinto lugar, insiste en el conocimiento de la realidad que nos ha tocado vivir y de la formación política, para garantizar la Revolución de las Conciencias: “mantener fuerte y sólido el Instituto de Formación política, que consolide el humanismo mexicano como nuestro pensamiento, y continúe con la revolución de las conciencias. Que no se pierda el aprendizaje de la historia de México y de nuestro movimiento”. Igualmente que: “se consoliden nuestros principios en la militancia para que puedan proyectarse en la sociedad”.
Definitivamente el decálogo que entrega Claudia Sheinbaum, es un documento que vale la pena estudiar y conocer a fondo, ya que por la naturaleza del movimiento social que vive México con la Cuarta Transformación, ha llevado a que Morena sea un partido que está facilitando una Revolución de las Conciencias y la organización popular para lograr el desarrollo económico y el bienestar del pueblo, en sí, la construcción de lo que el presidente AMLO señala como el Humanismo Mexicano ¡Órale!
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