¿Ser  de izquierda necesariamente te hace socialista? ©

Por huggo romerom™

Era Zurdo y no era Socialista…

En las esquinas de la historia política, desde las plazas atenienses hasta las avenidas de Buenos Aires, la palabra “izquierda” ha cargado con pasiones, prejuicios y esperanzas. A menudo, se la lanza como etiqueta, como elogio o como insulto, sin detenernos a mirar de qué se trata realmente. Antes de que se convirtiera en grito de protesta o en palabra decorativa en discursos de campaña, la izquierda nació como una postura frente al poder, literalmente a la izquierda del rey, durante la Revolución Francesa. Aquel gesto corporal —sentarse del otro lado— era ya una declaración filosófica. Quien se sentaba allí, se ponía del lado del pueblo, de los que no tienen, de los que sueñan con un reparto más justo del pastel.

Con el tiempo, la izquierda se ramificó. Se llenó de nombres y de propuestas: utopistas, anarquistas, marxistas, socialdemócratas, comunistas, populistas. Cada uno con su receta para cocinar la justicia en una sociedad que rara vez la sirve caliente.

Y aquí, justo en este punto, entra el artículo que a continuación se expone con precisión conceptual:


¿Ser de izquierda necesariamente te hace socialista?

No, ser de izquierda no necesariamente te convierte en socialista. La izquierda es una amplia gama de ideologías políticas que comparten el objetivo de promover la igualdad social y la justicia económica, mientras que el socialismo es una ideología específica dentro de esa gama que busca la propiedad colectiva de los medios de producción.

Explicación:

Aunque el socialismo es una ideología de izquierda, no todas las personas de izquierda son socialistas. Por ejemplo, la socialdemocracia es una corriente de izquierda que busca reformar el capitalismo mediante la intervención estatal y la regulación, sin necesariamente buscar la propiedad colectiva de los medios de producción. 

En resumen, la izquierda es un espectro amplio de ideologías políticas, mientras que el socialismo es una ideología específica dentro de esa gama. Ser de izquierda no implica necesariamente ser socialista, ya que existen otras corrientes de izquierda que tienen objetivos y métodos diferentes para alcanzar la igualdad social y la justicia económica. 

El derecho político moderno incluso lo reconoce así: el pluralismo ideológico es legalmente protegido, y la libertad de pensamiento no debe quedar atada a una sola corriente dentro del espectro progresista. Los códigos no dictan simpatías, pero garantizan que puedas tenerlas.

Por eso, en la ciudad y en la calle, en las universidades y en las redes sociales, decir que eres de izquierda no debería significar automáticamente que repites un manifiesto socialista. Puede que luches por mejores salarios, acceso a salud y educación, y a la vez creas en la propiedad privada y en el emprendimiento. La izquierda, como la vida, es más complicada que las etiquetas.

En tiempos donde las palabras se desgastan por su uso excesivo o malintencionado, es valioso que textos como este nos recuerden que pensar es mejor que gritar, y que definirse exige honestidad, historia y una pizca de filosofía callejera.

Porque como diría Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los propios oprimidos”. Y esos cómplices a veces surgen cuando confundimos ideologías, cuando repetimos sin entender, y cuando creemos que una sola palabra puede contener todo lo que somos.

Esta más o menos claro mis amigos y parientes…

Imagen y algunos textos tomados de internet solo para complementar e ilustrar el artículo todos los derechos son de sus creadores originales

Jaque Mate.

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