La negativa al diálogo fue lo que encendió la mecha de las feministas que terminaron quemando una puerta del Palacio de Gobierno de Nuevo León.
Reclamaban justicia para unas decenas de mujeres desaparecidas, sin que el gobernador, Samuel y haya hecho algún pronunciamiento.
Ese silencio llevó a diversos colectivos de mujeres a manifestarse por las calles del centro de Monterrey.
Gritaban justicia, pero como respuesta recibieron al grupo antimotines de la Fuerza Civil.
Ningún alto o mediano funcionario salió a recibir las quejas de las mujeres.
Por el contrario, cuando intentaron entrar al Palacio de Gobierno, una línea férrea de policía se opuso.
Hubo empellones de ambos lados, algunas resultaron lesionadas y otras mujeres fueron detenidas e introducidas al Palacio de cantera.
Los ánimos crecían y frente a la mula respuesta del gobierno de Samuel, un grupo de estas mujeres arrojaron gasolina a la puerta suroriente del Palacio de gobierno.
Enseguida se elevaron las llamas, comenzaron a gritar justicia, mientras se consumía la histórica puerta del Palacio de Gobierno construido a finales de 1800 por el General Bernardo Reyes.
