LA INSPIRACIÓN ES UN TORNADO QUE TE DESVISTE EL ALMA©

Por huggo romerom™

No hay hora. No hay método. No hay disciplina que valga cuando la inspiración decide poseerte. Es una diosa caprichosa, indomable, que no atiende agendas ni compromisos. Puede encontrarte manejando en el tráfico, pelando una fruta, saliendo del baño, lavando los trastes o saliendo de un torbellino, viendo caer a un político en cadena nacional o escuchando cómo el agua sucia golpea el pavimento. La nueva literatura no se cuece en bibliotecas polvorientas ni en cafés con jazz y MacBooks abiertos por vanidad. No. La nueva literatura se cuece en la calle, en el caos, en lo cotidiano, en lo jodido, en lo sublime y en lo indignante. En lo que te enoja, te excita, te preocupa, te mata de risa o de rabia.

Escribir hoy no es un acto de ocio; es una necesidad. Una forma de defensa. Una respuesta al ruido. Es nuestra forma de decir: “Sí, el mundo está de cabeza, pero yo lo estoy documentando”. La inspiración no llega en Uber ni en versos rimados. Llega como un tornado que te despeina las ideas, te desnuda los miedos y te obliga a teclear como si estuvieras poseído por los fantasmas de Bukowski, de Sor Juana, de Galeano y de la abuela que nunca se callaba la boca.

Te atraviesa. Te exige. Te arrastra. Y tú, obediente, escribes.

Y escribes de todo: de la inflación como metáfora del alma que se encoge; de la política como un teatro sin dramaturgos pero lleno de bufones; de la poesía escondida en un grafiti, de la miseria fiscal que da risa o de los besos que no dimos por miedo al qué dirán. Escribes sobre lo que te pasa y sobre lo que le pasa a tu país, a tu vecino, a la humanidad y a tus demonios. Escribes porque no hay otra forma de sobrevivir a este siglo sin convertirte en testigo, cronista, juez o verdugo.

Y cuando terminas ese texto —sea un artículo, un poema sucio, un ensayo casi apocalíptico o una novela nacida de los restos de una pesadilla—, quedas exhausto. No como quien trabajó, sino como quien amó. Es un placer sórdido, intelectual, brutal. Casi sexual. Como el cigarro después del clímax, pero sin nicotina y con más poesía.

La literatura de ahora no se escribe para ser bonita. Se escribe para que arda. Para que incomode. Para que se vuelva espejo o piedra. Es una forma de resistencia. De redención. De locura lúcida. Y lo único que se necesita es estar vivo… y tener el valor de no callar.

*Imágenes tomadas de internet, únicamente con el fin de ejemplificar el artículo, todos los derechos son de sus creadores originales.

+Este artículo es para ti que no crees en la literatura urbana, irreverente y cruda,  la cuestionas y le llamas perder el tiempo. Bendita seas por siempre.

+”El que hace lo que ama, está benditamente condenado al éxito” Facundo Cabral.

He escrito,

Jaque Mate.

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