Eleazar Fuentes Gutiérrez
Comenzaré esta columna con una definición del fuero que escuché de un profesor en la universidad: “El origen del fuero para los gobernantes es precisamente evitar el derrocamiento de gobernantes electos a través de simples imputaciones”.
A lo largo del tiempo, han existido muchos casos de acusaciones e incluso intentos de desafuero, como el de AMLO en 2005, entre otros.
Actualmente, nos enfrentamos a un caso polémico de desafuero: el de Cuauhtémoc Blanco, diputado federal y exgobernador. No hablaré sobre si está bien o mal desaforarlo, ya que este no es el tema de esta columna. Lo que vengo a contarles es el origen del fuero y si realmente sirve de algo o no.
El fuero político es una protección legal especial que se otorga a ciertos funcionarios, como legisladores y ejecutivos, y tiene una razón de ser histórica. Fue creado para proteger a los gobernantes o funcionarios electos de ser removidos de su cargo sin una justificación legal adecuada.
Evitar el golpe de estado es una de sus principales funciones. Entonces, ¿es el fuero sinónimo de impunidad para los políticos de México? No precisamente. En el pasado, cuando no existían mecanismos robustos de justicia o separación de poderes, los gobernantes podían ser destituidos o derrocados únicamente por acusaciones o imputaciones sin pruebas claras. Es decir, si alguien con poder quería quitar a un gobernante o político, bastaba con acusarlo de algo, sin importar si era cierto o no. Esto causaba un grave problema: la inestabilidad política.
Cabe mencionar que el fuero también ha sido cuestionado en tiempos recientes, porque, en lugar de proteger la democracia, en ocasiones ha servido para esconder prácticas corruptas o evadir la justicia, lo que alimenta la controversia sobre su existencia.
Lo importante aquí es decidir si debe quitarse o mantenerse. En mi consideración y opinión, creo que debe mantenerse. Si se eliminara, el país entraría en una mayor inestabilidad política. Lo que debe hacerse es regularlo y mejorarlo: fortalecer el sistema de fiscalías e investigaciones en México, mejorar el poder judicial, y fomentar una ética más sólida en los legisladores a la hora de tratar de desaforar a alguien, y no hacerlo simplemente porque no pertenezca a tu grupo o partido político.
Es un tema muy controversial, pero debemos pensar que el fuero nació con la intención de proteger a quienes gobiernan, dándoles espacio para tomar decisiones sin miedo a represalias injustas. Sin embargo, con el tiempo, ese mismo fuero se ha convertido en un privilegio que aleja a los políticos de la justicia que todos merecemos. Al final, lo que necesitamos no es proteger el poder, sino garantizar que quienes lo ejercen actúen con responsabilidad y en beneficio de todos. Es hora de recordar que el verdadero propósito del fuero debe ser la protección de la democracia, no de la impunidad.
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