‘Cuando el amor te enseña a soltar con dignidad’©

Por huggo romerom™

Imagen de la película ‘Un ángel enamorado’ usada solamente para ejemplificar la grandeza del amor; todos los derechos son de sus creadores originales.

Hay un momento en la vida —único, irreversible, certero— en que uno deja de preguntarse si el amor es suficiente. No porque haya dejado de amar, sino porque por fin entiende que hay amores que no están destinados a concretarse, no por falta de deseo, sino porque uno simplemente no está hecho para quedarse en su vida… y eso también es amar.

Descubrí que ella ya no era de este mundo, o al menos no del mío. No me lo dijo con palabras, ni con silencios, ni con distancia. Me lo gritó su crecimiento, su luz, su forma de habitarse a sí misma. Ella ya estaba en otro plano. En uno donde la autosuficiencia no es orgullo, sino paz. Donde la inteligencia no aplasta, sino guía. Donde el amor no se necesita, se elige. Y comprendí, como se entienden las cosas que duelen: con el alma hecha trizas pero el corazón sereno.

Uno ama de verdad cuando puede ver al otro superarse… y tener el coraje de no interponerse. Ella merece a alguien que no le reste luz ni tiempo, que camine a su lado sin tropiezos emocionales, que esté en su mismo canal sin tener que explicarle el ancho de su frecuencia.

Y yo, yo no soy ese. Soy apenas un holograma que estuvo ahí para recordarle quién fue, pero no para acompañarla a donde va. Soy ese personaje borroso que aparece en una escena que nadie recuerda. El que se va antes del final feliz, para que el verdadero protagonista entre sin ruido y la historia florezca sin sombras.

No se trata de renunciar por cobardía, sino de soltar por amor. Porque también existe dignidad en saber que uno no es suficiente para quien lo merece todo. No porque uno valga menos, sino porque a veces el tiempo no nos alcanza para convertirnos en lo que quisiéramos ser para el otro.

Ella lo merece todo. Lo merece porque se ha roto y reconstruido. Porque ha trabajado cada centímetro de su libertad, su inteligencia, su independencia. Porque su risa ya no necesita pretextos y su tristeza ya no necesita rescates. Porque entendió que no hay mayor belleza que pertenecerte por completo.

Y yo… me quedo con el consuelo invisible de saber que tal vez, desde algún rincón que no importa, puedo sonreír al pensar que ella será aún más feliz de lo que es ahora. Que alguien la verá y sabrá lo que yo supe, pero él sí podrá estar a la altura de todo lo que ella es.

Amar es también saber cuándo ser historia que se borra.

Desde alguna dimensión donde ya no duele tanto, seguiré queriéndola en silencio. Sin esperas, sin reclamos, sin esperanza. Solo con la gratitud de haber amado algo tan inmenso, que tuve que soltarlo para no romperlo.

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