¿La democracia es dictadura o cede a una utopía?

Eleazar Fuentes Gutiérrez

“Para mí, la Cuarta Transformación es la dictadura más democrática que he conocido en el mundo…”
— Óscar Cantón Zetina, senador de Morena

La fachada democrática de Morena es un tema que he analizado ampliamente para encontrar la mejor forma de plantearlo. Cuando comencé la carrera de Ciencias Políticas, uno de los primeros libros que leí fue uno del propio López Obrador, y me gustaba su idea: el expresidente tenía un don para vender una utopía. Sin embargo, con el paso del tiempo y cuanto más me formaba en ciencias sociales, comprendí que eso es precisamente lo que vende Morena. Y no solo Morena: la política, en la práctica, se vuelve muy idealista y utópica; todos los políticos y partidos prometen un país o una ciudad perfecta si llegan al poder.

El punto de este análisis es que las palabras dictadura y democracia no congenian en Ciencias Políticas, y menos en sistemas de gobierno. No sé si el senador Óscar Cantón ha estudiado todos los modelos de gobierno del mundo para sostener que Morena es “la dictadura más democrática”, pero de entrada: ninguna dictadura puede ser democrática. La democracia no es imponer, sino elegir. ¿Ahora Morena impone o hace que la ciudadanía elija con sus reformas y políticas públicas? Quizá lo haga, pero bajo una máscara, como ocurrió con la elección del Poder Judicial: promovieron esa elección como democrática cuando ellos mismos dictaron los candidatos. ¿Eso es democracia o dictadura? Para mí, no tiene nada de democrático.

Desconozco cómo el senador piensa o de qué forma intelectual llegó a esa noción de “dictadura democrática”, pero ya estamos acostumbrados en este país a ver a políticos decir ocurrencias, muchas veces sin preparación académica. En general, me sorprende cómo el poder corrompe y lleva a los políticos a generar utopías sobre sus administraciones que, para ellos, no tienen fallas. Esta columna menciona precisamente la utopía que venden los partidos políticos, y pongo como ejemplo al que actualmente mejor lo hace.

Para concluir, menciono que una dictadura democrática se refiere a sistemas que mantienen elecciones y cuentan con instituciones que aparentan ser democráticas, pero en los que el poder real se concentra en unas pocas personas o en un grupo. En estos regímenes, las libertades civiles se reducen, la oposición política sufre restricciones, y las reglas del juego —como la independencia judicial o la libertad de prensa— suelen ser manipuladas para perpetuar a quienes gobiernan. Este tipo de sistemas se conoce comúnmente como “autoritarismo electoral”, “autoritarismo competitivo” o “democracia iliberal”. Según legisladores de Morena, ese sería el régimen en el que vivimos.

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