
Nuevo León, tierra de progreso, de industria, de futuro. Pero también tierra de caos vehicular, de embotellamientos monumentales y de conductores cuya incompetencia podría considerarse un problema de seguridad nacional. Hoy me di a la tarea de estudiar la vialidad de esta jungla de asfalto y he llegado a una conclusión devastadora: el 85% del problema no es la infraestructura, ni el transporte público, ni siquiera el sobrepoblamiento vehicular. No, el verdadero villano es la estupidez al volante.
Hablemos de esos genios que creen que entrelazarse en las filas y carriles, como si fueran pilotos de F1, es la clave para llegar más rápido. Esos mismos que se meten abusivamente delante de los que han esperado pacientemente, como si su tiempo valiera más. Si se creen tan buenos, los invito cordialmente al autódromo, allí pueden demostrar su “pericia” sin arriesgar vidas ajenas. Pero no, prefieren jugarle al meteoro en avenidas saturadas, contribuyendo al desastre diario. Y luego se preguntan por qué hay tantos atropellamientos. Manejar rápido no es saber manejar; es ser un idiota con licencia.
Pero, por supuesto, el desgobierno también tiene su parte en esta comedia trágica. Su supuesto “plan de movilidad” es más un negocio disfrazado que una solución real. Si realmente estuvieran interesados en mejorar la movilidad, el parque vehicular habría disminuido en un 70%, no aumentado. NMMN®. El transporte público está en ruinas, y cada “solución” que presentan solo parece engrosar los bolsillos de unos cuantos en lugar de beneficiar a la población.
Lo que realmente se necesita es sancionar la estupidez antes que los accidentes. El problema no es la “culpa” cuando ocurre un choque, sino la serie de decisiones idiotas que lo provocaron. Sanciones duras para el que se mete sin avisar, para el que cruza de carril intempestivamente, para el que se pasa el rojo, para el que bloquea intersecciones sin dejar pasar a los peatones. Y de paso, prohibir los tráileres en la ciudad; no es tan difícil entender que deben circular solo por la periferia.
Un caso de estudio: el desastre diario en la avenida Universidad. Los especímenes que vienen entrando por la lateral de la joroba de Fidel Velázquez simplemente ignoran el alto, como si fuera una sugerencia. Existe un cruce por debajo del puente, pero no, prefieren ir zigzagueando como si estuvieran en un videojuego porque van para Barragán Norte. Son ustedes, queridos descerebrados, los responsables del nudo de tráfico en Fidel Velázquez.
Pero lo más irónico es que la solución es tan simple como respetar las filas. Si todos avanzaran en orden, sin buscar atajos egoístas, el tráfico se reduciría un 60%. Pero no, porque el egoísmo al volante es el deporte local.
Resumen: los autos no piensan, el tráfico no se genera solo, quienes supuestamente tienen cerebro son los conductores. Pero viendo la realidad, parece que el 90% está incapacitado para manejar. Si de plano no pueden hacerlo con decencia, caminen. Es más saludable, contaminan menos y, lo más importante, nos hacen un favor a todos.
Ama a tu estado no lo dañes manejando como lo haces, si manejas de acuerdo al reglamento hasta menos contaminación habrá; y ustedes gobierno sordo NMMN® liberen las rutas y el metro para que disminuya el parque vehicular en un 70%.

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