Por huggo romerom

Seamos sinceros: no hay nada más patético que un hombre (o mujer) aferrándose al amor que no le pertenece. Es como un perro callejero esperando migajas en una mesa donde nadie lo invitó. ¿Digno? Ni de lejos. Y si hablamos de inteligencia, lo más sabio que uno puede hacer ante un amor no correspondido es recoger su dignidad del suelo, darle una sacudida y retirarse con la cabeza en alto.
Porque insistir es de ilusos, y los ilusos terminan como bufones en la historia de alguien más. De ahí que lo más digno sea aplicar la enseñanza cristiana con un giro irónico: recibir las dos bofetadas emocionales y largarse con estilo. Nada de quedarse mendigando afecto, nada de “¿qué hice mal?” o “dame una oportunidad”. No, amigo mío, esto no es un concurso de lástima.
El amor es cosa de dos, no un monólogo donde uno se desgarra en escenas dramáticas mientras el otro revisa su celular con desgano. No puedes amarrar a alguien a un sentimiento que nunca pidió. Si esa persona no siente lo mismo, es su derecho. ¿Acaso firmó un contrato que la obliga a quererte solo porque tú decidiste enamorarte? Pues no, y mientras más rápido lo entiendas, mejor para ti.
Además, el que insiste solo se convierte en un estorbo. Un mueble viejo que nadie quiere, pero que tampoco se ha llevado la basura. Y créeme, no hay nada peor que estar en un lugar donde uno no existe. Si no te buscan, no te llaman, no te extrañan, entonces amigo, eres un fantasma y los fantasmas no tienen cabida en la vida de los vivos.
Lo mejor que puedes hacer es retirarte. Pero retirarte de verdad, sin shows ni despedidas teatrales. Corta todo. No te conviertas en el eterno “¿cómo has estado?” cada tres meses, esperando que algún día el destino haga un milagro. No va a pasar. Lo que sí pasará es que te liberarás de la agonía de esperar algo que nunca llegará. Y en el vacío que deje ese amor unilateral, encontrarás algo mucho mejor: respeto propio.
Así que, caballero (o dama), si el amor no es correspondido, no te empeñes en forzar lo que no es. Recibe tus dos bofetadas, ajusta el traje, sacúdete la pena y camina como el personaje principal de tu propia historia. Porque si hay algo peor que no ser amado, es insistir donde no te quieren. Y eso, amigo mío, es un chiste que no tiene gracia.
Jaque Mate.
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