‘La Lista de Schindler, pero al revés’ Por huggo romerom™

Por huggo romerom™

Manifiesto para el Año Nuevo

O cómo prescindir de los sentimientos sin perder la decencia

He decidido que a partir del próximo año no albergaré sentimientos ni emociones. No es una tragedia; es una optimización.

Conservaré, eso sí, la solidaridad. No por sentimentalismo, sino por utilidad moral: incluso la razón más estricta necesita un mínimo de humanidad para no parecer —Dios nos libre— improvisada.

Los sentimientos, he comprobado, son extraordinariamente entusiastas… y notablemente incompetentes. Prometen mucho, entregan poco y suelen retirarse justo cuando se les necesita. Las emociones, por su parte, son magníficas para la poesía y desastrosas para la toma de decisiones. Ambas tienen la curiosa costumbre de confundir el deseo con la realidad y la esperanza con la prueba.

Así que las despido con cortesía.
Sin escándalo.
Sin nostalgia.
Como se hace en los países civilizados.

En su lugar conservaré deseos, placeres y objetivos. Los deseos se administran. Los placeres se regulan. Los objetivos se cumplen. Todo lo demás es decoración emocional y, francamente, ya no estoy redecorando.

He entrado en la recta final de mi vida —no en términos biológicos, sino en algo mucho más serio: los términos del legado. Y todo legado exige una auditoría. Revisaré los capítulos pendientes, subrayaré lo relevante y cerraré el resto sin intención de reedición. No porque falte inspiración, sino porque el pasado no necesita nuevas versiones, solo conclusiones claras.

Sepultaré, con impecable pulcritud:

  • lo que amé y no me amó,
  • lo que busqué y no encontré,
  • y todo aquello que no produzca un beneficio en el sentido más amplio y razonable de la palabra.

No es crueldad.
Es contabilidad existencial.

Porque ayudar exige frialdad. Y pensar exige distancia. Nadie salva a otros mientras se ahoga en emociones propias. El buen samaritano, conviene recordarlo, no entró en crisis, actuó.

Estudié Derecho no por idealismo juvenil —eso se cura con el tiempo— sino por experiencia empírica. Hubo injusticias. Hubo difamaciones. Hubo agresiones, estafas y robos. Descubrí, con asombro moderado, que la gente capaz de causar daño suele hacerlo convencida de que no habrá consecuencias. Es una creencia entrañable. Y equivocada.

De ahí surge mi lista. ‘Lista Negra de hrm™’

No una lista emocional.
No una lista pasional.
Una lista jurídica, sobria, objetiva y extraordinariamente aburrida… hasta que deja de serlo.

No es una lista de venganza —eso sería vulgar—, sino una lista de hechos, actos y responsabilidades. Una lista que no busca ajustar cuentas, sino presentarlas.

Para mí, la ley es exactamente eso: Justicia Real. No simbólica. No retórica. Real. La que hoy pregona la Suprema Corte y, para sorpresa de muchos, empieza a practicar. Esa justicia que no grita, no amenaza y no dramatiza; simplemente opera.

Por ello renuncio a los sentimientos.
Porque distorsionan.
Renuncio a las emociones.
Porque negocian con la culpa.

Me quedo con el método, el expediente, la prueba y el debido proceso. Mucho menos romántico, infinitamente más eficaz.

Actuaré solo. Sin colusión. Sin atajos. Sin parecerme, ni por descuido, a quienes figuran en esa lista. No soy como ellos y, precisamente por eso, no me permito sus prácticas.

No se puede obrar mal y esperar el final de “vivieron felices para siempre”. Eso funciona en los cuentos. El Derecho, en cambio, tiene  memoria. Y una paciencia admirable.

La cuenta ya empezó.
No es regresiva.
Es acumulativa.

Y cuando llegue el momento —que siempre llega— no habrá discursos encendidos ni gestos dramáticos. Habrá algo mucho más incómodo:

Un acto legal.
Fríamente correcto.
Irreprochablemente fundamentado.

Nada personal.
Nada emocional.
Solo justicia.

Como debe ser.

Ilustración solo para fines de ejemplificar el articulo; todos  los derechos son de sus creadores originales 

Jaque  Mate.

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