China vs. OnlyFans: El Día en que la “Auto-Trata” Entró al Debate Mundial ©

Por huggo romerom™

https://www.marca.com/tiramillas/sociedad/2025/07/13/china-censura-onlyfans-anuncia-tolerancia-cero-contenido-sexual-explicito.html

Cuando China anunció el bloqueo total de OnlyFans bajo el argumento de “tolerancia cero” al contenido sexual explícito, muchos lo leyeron como un acto más de censura. Pero hay que mirar detrás del telón: lo que el gigante asiático está atacando no es solo un portal de adultos, sino un modelo de negocio que, en la práctica, rozó con lo que podríamos llamar “Auto-Trata de Personas”, un fenómeno nuevo en la era digital que ni el derecho internacional ni las legislaciones nacionales han terminado de entender.

Y hay que decirlo sin rodeos: OnlyFans no empezó así. Nació como un modelo de suscripción para creadores de todo tipo. Pero la demanda —y sobre todo el dinero— lo empujaron rápidamente hacia el mercado del deseo, donde el cuerpo es el producto, el contenido es la moneda y la intimidad es el outsourcing.

De la libertad sexual a la mercantilización absoluta del yo

Cada quien es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo, sí. Ese es el argumento liberal clásico. Pero el problema no es la libertad, sino lo que la rodea:

  • Desigualdad económica,
  • presión social,
  • carencias afectivas,
  • entornos violentos,
  • expectativas irreales de éxito,
  • algoritmos que premian la provocación,
  • y una industria que convierte la sexualidad en commodity global.

Y ahí es donde aparece el concepto más incómodo del siglo XXI: la autocomercialización de la dignidad, o como muchos ya lo ven venir, la auto-trata.
No porque haya un proxeneta detrás con látigo —aunque en miles de casos sí lo hay— sino porque el mercado digital crea sus propios mecanismos de coacción: “si quieres ganar, enseña más”.

OnlyFans es la vitrina perfecta para entender esto. Hay creadoras que ganan millones, sí, pero también hay miles que suben contenido por centavos, compitiendo en un mercado que solo pide más piel y menos contenido. En redes, muchas han construido la fama con videos triviales, bailes sin sentido, chistes malos y una estrategia simple: enseña lo suficiente para atraer, y guarda lo rentable para cobrar. “Si quieres ver todo: suscríbete”. El cover y luego el consumo.

Es el fast-food de la sexualidad: vender un pedazo del yo, rápido y en masa.

¿Y si la mitad o más no están ahí por gusto?

Este es el ángulo que muy pocos quieren tocar. Todos repiten el mantra: “lo hacen porque quieren”. Pero las cifras globales de trata, explotación y coerción digital dicen otra cosa. La vulnerabilidad económica, emocional o social también es una forma de coacción. No siempre hay cadenas; a veces basta un depósito bancario.

Lo jurídico es claro:
La trata de personas se configura cuando alguien es explotado sexualmente mediante coerción, abuso de poder o vulnerabilidad. Que en OnlyFans haya personas que “suben contenido porque necesitan dinero” ya prende luces amarillas. No todas, claro, pero ¿cuántas? Nadie lo sabe. No hay censos, no hay auditorías, no hay UIF del deseo.

Y ahí está el problema: un mercado multimillonario sin supervisión, donde lo que se vende es la intimidad.

El golpe chino: no es moral, es estratégico

Al bloquear OnlyFans, China no está predicando valores puritanos. Está haciendo lo que la UIF mexicana hace con las redes de lavado: si cortas el flujo de dinero, destruyes el negocio.

La medida no va a terminar con el fenómeno —porque la red es mundial, líquida y tentacular—, pero sí quita una vitrina importante y un enorme segmento del mercado.

Es un precedente político:

“El Estado tiene competencia para intervenir cuando la explotación —aunque parezca voluntaria— genera riesgos sociales, psicológicos y económicos”.

Es también un mensaje ético:

“El cuerpo no puede ser la última moneda del capitalismo digital”.

Y un mensaje jurídico implícito:

“La libertad individual no justifica modelos de negocio que pueden normalizar la explotación”.

El ángulo psicológico urbano: adicción, dopamina y carnicerías digitales

El producto que OnlyFans vende es adictivo; dopamina pura. Los consumidores regresan porque el contenido juega con la fantasía personalizada. Y las creadoras suben contenido porque la plataforma recompensa la exposición. Es una doble adicción: la del que mira y la del que vende.

Por eso tantas presumen “ganar millones” —y quizá algúnas sí—, pero miles viven atrapadas en el mismo mecanismo que las carnicerías:

Venta de carne
y detrás, los inevitables
mastines de carnicería pobre (muchos saben el chiste)
que vigilan, presionan, intimidan, manipulan o simplemente administran.

Decir que no existe explotación en este circuito es ingenuo. Decir que todo es empoderamiento, también.

¿Deben otros países seguir el ejemplo?

Si la pregunta es moral, cada país la responderá distinto.
Si la pregunta es económica, todos saben que este mercado es imparable.
Pero si la pregunta es sobre trata de personas, entonces sí:
es hora de abrir el debate global sobre la auto-trata, sobre el papel de las plataformas, sobre la supervisión financiera y sobre los límites del negocio de la sexualidad digital.

Los países que lo ignoren están dejando crecer un mercado donde la dignidad humana se subasta por suscripción mensual.

El verdadero fondo del asunto

No se trata de puritanismo.
Ni de escándalo.
Ni de moral.

Se trata de reconocer que:

  • la explotación puede ser “voluntaria”,
  • la pobreza fuerza decisiones,
  • el mercado premia lo que degrada,
  • las plataformas monetizan la vulnerabilidad,
  • y el Estado tiene la obligación jurídica y ética de intervenir cuando la dignidad humana se convierte en mercancía.

China dio un golpe seco a un modelo de negocio que, en su cara más oscura, alimenta el ciclo global de la explotación sexual. No lo va a destruir, pero colocó el reflector en el lugar correcto.

Y quizá, solo quizá, es hora de que el resto del mundo deje de ver este tema como show digital…
y lo atienda como lo que realmente es:

Un problema legal, social, psicológico y éticamente corrosivo, que se disfraza de libertad mientras reproduce la lógica de la trata en un formato “auto gestionado”.

Artículo mencionado solo como referencia; todos los derechos son de sus creadores originales.

Jaque Mate.

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