Política y cabildeo

Eleazar Fuentes Gutiérrez

Cuando hablamos de política siempre terminamos en la palabra negociación. Alguna vez escuché que la política es el arte de la negociación. Y me parece muy cierto. Ninguna reforma, ningún presupuesto y ninguna ley caminan solas; para que avancen, se necesita lo que en política es pan de todos los días: el cabildeo.


El cabildeo es básicamente el estira y afloja. Un ejemplo claro fue cuando Morena logró sacar adelante la reforma al Poder Judicial convenciendo a un senador del PAN para votar a favor. ¿Qué hubo detrás de esa decisión? ¿Qué promesas, acuerdos o tratos se pusieron sobre la mesa? Nunca lo sabremos del todo, pero lo cierto es que ahí se vio el poder del cabildeo.
Pasa igual cada año con los presupuestos. Gobernadores, alcaldes y diputados recorren pasillos, buscan reuniones y levantan la voz para que a sus municipios o estados les toque más dinero. Y, de una forma u otra, siempre logran llevarse algo: un programa, una obra, un recurso extra. En política, nada se negocia para quedarse en cero.
Por eso en política hay que saber moverse. No se trata solo de hablar bonito o gritar fuerte, sino de negociar con inteligencia, ser sutil cuando toca y suspicaz cuando se necesita. Al final, el cabildeo no es algo ajeno: es la manera en que se construyen los acuerdos, con sus luces y sus sombras, pero siempre presente en la vida pública.
Sin cabildeo, no hay política.

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