Autarquía y cinismo: sobrevivir cuerdos en la era del like©

Por huggo romerom™

Vivimos en una época donde la mentira tiene mejor iluminación que la verdad.
Las redes sociales no muestran la vida: la editan, la exageran y la venden. Éxitos sin proceso, felicidad sin conflicto y opiniones sin costo. En este escenario, ser autárquico y cínico no es una pose intelectual: es una forma de defensa personal.

La autarquía emocional —esa capacidad de no depender del aplauso ajeno— se ha vuelto un lujo. Hoy, quien no necesita validación externa resulta sospechoso. No persigue likes, no mendiga atención, no construye su autoestima en comentarios anónimos. Simplemente vive. Y eso, en un mundo que exige exposición permanente, es casi un acto de rebeldía.

El cinismo, mal entendido, carga con mala fama. Se le confunde con amargura, cuando en realidad es claridad sin anestesia. El cínico no odia a la gente; ya la entendió. No se sorprende de la hipocresía, no se indigna por moda y no se escandaliza de la mediocridad humana. Observa, analiza y sigue adelante. No idealiza porque sabe que idealizar es la antesala de la decepción.

Ser crudo y real en esta época tiene consecuencias. No eres popular. No eres cómodo. No eres “vendible”. Pero ganas algo mucho más escaso: coherencia interna. No finges entusiasmo donde no lo hay. No aplaudes causas que no entiendes. No sonríes por obligación. Y esa honestidad —aunque solitaria— libera.

El problema aparece cuando el cinismo deja de ser filtro y se convierte en muralla. Cuando ya nada conmueve, nada sorprende y nada importa. Ahí la lucidez se transforma en desgaste. Porque entender el mundo no debería implicar desconectarse de él. El cinismo sin humanidad no es inteligencia: es cansancio acumulado.

Ser autárquico y cínico no te hace mejor, pero sí te hace menos manipulable. Te ahorra falsas amistades, discursos huecos y relaciones de utilería. Te mantiene a salvo del circo, aunque te obligue a mirar desde fuera. Y no todos soportan eso.

En un mundo de fantasías digitales, ser real es un acto incómodo. Pero necesario.
Porque al final, entre vivir fingiendo para encajar o vivir solo pero en paz, la elección no debería ser tan difícil.

La autarquía te protege.
El cinismo te despierta.
La humanidad… te mantiene vivo.

Y encontrar ese equilibrio es, quizá, la única forma decente de existir en esta época.

Ilustración  únicamente para explicar los conceptos base del articulo; todos los derechos son de sus creadores originales.

Jaque  Mate

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