Por Eleazar Fuentes Gutiérrez
La próxima elección no la ganará el candidato con más carisma, sino el que mejor utilice los datos.
¿Sabías que mientras tú duermes, comes y haces tu vida normal, hay todo un proceso de inteligencia y medición tratando de entenderte? Buscan saber por qué piensas como piensas, por qué te estresas, qué te emociona y qué te preocupa. Eso es parte de la sociología y de las ciencias sociales, pero ahora se mezcló con la inteligencia artificial.
Antes, las campañas se construían con base en la preparación y experiencia del consultor; ese era el factor clave. Hoy, los algoritmos y herramientas de inteligencia analizan tus emociones, hábitos de consumo, preferencias ideológicas e incluso los horarios en los que eres más vulnerable para recibir un mensaje. La inteligencia artificial vino a innovar la comunicación política y a actualizar los war room (cuartos de guerra). La narrativa del discurso también cambió.
Antes, un mensaje político iba dirigido a las masas, tratando de convencer a la sociedad en general. Con las herramientas de la era moderna, el mensaje es personal. Ya te conocen. Saben cómo piensas. Nunca antes en la historia de la comunicación política se había tenido tanta capacidad para conocer al votante con tanta precisión.
Durante mi experiencia en este ámbito de la comunicación política, he entendido y aprendido que una buena estrategia no consiste solo en conocer al electorado y comunicar por redes sociales. La verdadera estrategia está en hacer que el mensaje llegue personalmente: mirar a la gente a los ojos, caminar la tierra, escuchar a los ciudadanos. Hoy, la política ganadora es una mezcla entre inteligencia artificial, comunicación y territorio. La IA te dice quiénes son, pero la tierra te dice cómo sienten.
Dentro de la ciencia política, la línea entre persuadir e influir se está adelgazando peligrosamente. Si una campaña sabe lo que te enoja, lo que te preocupa o lo que amas, puede construir el mensaje perfecto para mover tus emociones, no tu razón. Y si no se sabe manejar, la IA podría terminar diciéndonos cómo pensar y por quién votar.
El mundo se actualiza constantemente, y la política también. La inteligencia artificial llegó para quedarse y para hacer política. No solo mide lo que haces: intenta entender cómo piensas.












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