Por Huggo Romerom™

Ya hasta forman su club de seguidores prometiendo ‘negocios’.
Hay una nueva especie que pulula en los pasillos del poder, en los cafés de moda, en los chats de WhatsApp del “colegio de profesionistas”, en círculos comunitarios y vecinales y hasta en las redes de debate jurídico: el Erdurito del Cerebro. Es aquel personaje que presume su licenciatura (en caso de tenerla y como si la ejerciera) como si fuera escudo de impunidad, y que, cual sabueso sin olfato y desdentado, cuestiona cualquier información que no le beneficia, aunque esté sustentada en ley, lógica o ciencia. Es el mismo que lanza su frase estrella con tono despectivo y la frente más arrugada que su expediente: “¿Lo googleaste?”
Animalito de la creación… Sí, lo “googleamos”. Porque Google, igual que cualquier inteligencia artificial seria, no inventa nada: consulta, coteja y rastrea bases de datos jurídicas, científicas, técnicas y doctrinales. Busca en libros, códigos, artículos, tesis jurisprudenciales. Y si la información está ahí, no es porque lo soñó un duende cibernético, es porque existe. Porque fue legislada, publicada, registrada o pensada por alguien que —a diferencia del Erdurito— sabe lo que dice.
Pero el Erdurito no lo acepta. ¿Por qué? Porque si esa información va en contra de sus intereses, entonces “no vale”, “no aplica”, “está mal redactada”, o “no es oficial”. No puede, no quiere y no sabrá nunca interpretar la ley sin anteponer su conveniencia.
Lo paradójico es que esos sabelotodo que interrumpen todo debate con su soberbia no saben lo más básico: que una piedra sabe más que ellos. Porque la piedra no se cuestiona su existencia ni se pone a debatir contra el suelo donde reposa. Ella sabe dónde está y a dónde pertenece. El Erdurito, en cambio, anda perdido en su arrogancia, convencido de que sus berrinches tienen más peso que el Código Penal.
Y aquí conviene recordar una joya de la filosofía urbana de Tin Tan: “Ustedes no andan en cuatro patas porque se enojan los burros.”
Ahora bien, vamos a llamar las cosas por su nombre:
-El que roba, es ratero, no “autor de irregularidades”.
-El que comete fraude, es ratero, no “creativo financiero”.
-El que incurre en corrupción, es ratero, no “operador político”.
– Y el que participa en delincuencia organizada… ya es carne de penal, no “beneficiario de redes estructuradas de poder”.
Porque el lenguaje jurídico no está para disfrazar delitos con tecnicismos legaloides, ni para apaciguar conciencias podridas. Está para nombrar, tipificar y sancionar. Y si alguien cree que puede rebautizar el crimen según su grado de amistad con el delincuente, está no solo equivocado, sino moralmente mutilado.
No hay “delito político” cuando alguien se embolsa recursos públicos: hay ratería con cuello blanco. No hay “confusión administrativa” cuando desaparecen millones de una cuenta: hay complicidad institucionalizada. No hay “malentendido en la licitación” cuando el contrato lo gana el compadre: hay corrupción estructurada.
¿Y qué hace el Erdurito cuando se le confronta con la verdad? Se ofende. Se victimiza. Dice que se le ataca por “envidia”, por “política” o porque “así somos los mexicanos”. Se parapeta en sus diplomas y presume que “conoce la ley”. Pero la ley no se presume, se respeta. Y quien la viola, sin importar cuántos títulos cuelguen de su pared, es un criminal con peinado de licenciado.
Así que la próxima vez que alguien te diga “¿lo googleaste?”, no expliques nada. Solo míralo con la compasión con la que se mira a un niño que repitió primero de primaria tres veces. Y si insiste, recítale la máxima: “No es que el conocimiento esté mal… es que tu cerebro no está listo para él.”
Y tú, Erdurito del Cerebro, que crees que todo lo sabes pero ni las piedras te respetan, te tengo una última revelación: no eres sabio, ni astuto, ni informado. Eres un ignorante con ínfulas, un ratero con legajo y una analfabeta funcional que cree que su opinión tiene valor jurídico.
Y en este país harto de impunidad, la ignorancia ya no es una excusa. Es parte del crimen.
Algo bueno de todo esto es que quienes protejan al Erdurito desde adentro también caerán por cómplices.
Conclusión
Ah, se me olvidaba… El conflicto de intereses también es una forma de delito. No es un descuido inocente ni una coincidencia burocrática. Es corrupción camuflada, trampa disfrazada de legitimidad, y en muchos códigos y tratados internacionales, es motivo suficiente para inhabilitar, destituir y sancionar.
Así que no, señor Erdurito, no es “una interpretación alternativa”, no es “criterio personal”, es una violación directa a la ética pública y al Estado de Derecho.
Porque el que roba es ratero, el que miente para beneficiarse es ratero, el que lava dinero es ratero, y el que se acomoda en el poder para servirse a sí mismo… es un delincuente con corbata.
Y ni todo el Google, ni toda la IA del planeta, pueden salvarte de lo que ya está claro en la ley… aunque no te convenga.
Erudito = Instruido en varias ciencias, artes y otras materias.
Erdurito = Duro, Malo, Escaso, Exiguo de Masa Cerebral.
Jaque Mate.
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