Dia Mágico ©

Por huggo romerom™

Hay días y hay DÍAS. Puedes pasar la mayor parte de tu vida flotando en la mediocridad funcional, en la cómoda irrelevancia de quien simplemente existe, trabaja, paga cuentas y repite. 364 veces en el año (o 365 si es bisiesto), puedes ser un gris más en el paisaje humano. Pero hay un día… ese día… en el que todo puede cambiar.

Esos días mágicos no avisan, no llevan una alarma especial ni se presentan con un cartel de neón. Simplemente llegan. Y cuando llegan, te pueden hacer pasar a la inmortalidad. El beisbol lo sabe bien: un tipo sin nombre puede volverse leyenda con un swing perfecto en el momento correcto. O puede caer en la desgracia con un error catastrófico que lo condene al olvido. Pero en ambos casos, ese día será el que lo defina.

Y así es la vida. Puedes ser el oficinista sin rostro, el músico sin oyentes, el escritor sin lectores, el emprendedor sin éxito. Hasta que un día no. Un día, todo hace clic. Te levantas con otra energía. Te vistes con la confianza de un emperador. La gente nota que algo cambió en ti. La luz te favorece, las palabras te fluyen, el universo se alinea. Y lo que toques se convierte en oro.

Ese día es cuando tomas el riesgo, das el paso que nadie más se atrevió a dar, lanzas el proyecto, hablas con esa persona, subes al escenario sin miedo, apuestas todo sin red de seguridad. Y cuando el polvo se asienta, te das cuenta de que ya no eres el mismo. Que ya no puedes volver a tu vida anterior porque algo dentro de ti se rompió para bien: descubriste que podías.

La gente dice que la vida es dura, que el mundo es injusto, que el talento no basta, que las oportunidades son para los privilegiados. Y en gran parte, tienen razón. Pero también es cierto que la vida es bella para quien quiere verla así. Para quien se aferra al optimismo no como una ingenuidad, sino como una estrategia de vida. Porque quien camina con fe en sí mismo puede mover montañas, o al menos intentarlo con tanta fuerza que las hace temblar.

Así que espera tu día. No lo busques con desesperación, pero prepárate para él. Afila tu talento, endurece tu carácter, cultiva tu mente y fortalece tu corazón. Porque cuando llegue ese instante en el que el universo te dé el micrófono, en el que el destino te ponga al bate con la casa llena, no puedes dudar. No puedes temblar. No puedes titubear.

Tienes que batear. Tienes que hablar. Tienes que actuar. Porque ese día, y solo ese día, es cuando se definen las leyendas.

‘A todo loco le llega su orateunidad’ ©  huggo romerom™                                                                    

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