VIVAMOS EL DISCERNIMIENTO PARA SERVIR
Por: Mons. Rogelio Cabrera López
Arzobispo de Monterrey
En la actualidad, dentro y fuera de la Iglesia, existe la preocupación por la falta de interés que algunos jóvenes están mostrando ante el futuro próximo. Bien sabemos que la etapa de la juventud es una de las más significativas y al mismo tiempo difíciles; la juventud ayuda a conocer el entorno próximo, a cimentar los valores adquiridos en el seno familiar y a buscar abrirse a nuevos horizontes que ayuden a la realización de los sueños.
Sin embargo, podemos señalar como una causante de esta situación la forma de vida fugaz que se presenta, directa o indirectamente, como un modelo a seguir en muchas de las redes sociales usadas por los jóvenes. Con esto no queremos decir que el uso de las redes sociales sea algo negativo, pero nos llama la atención el que con mucha facilidad se puede llegar a desvirtuar lo que sería de provecho para un sano crecimiento.
De hecho, la Iglesia siempre reconoce el grande valor que tienen todos los instrumentos tecnológicos y las redes sociales.
Hoy en día, es relativamente fácil ser protagonista de alguna situación que puede llegar a atraer a cientos o miles de seguidores en las redes, los cuales de forma momentánea prestarán especial interés que puede hacer creer que “la fama” adquirida con cierta facilidad, abrirá todas las puertas en el futuro.
Lamentablemente sabemos que la realidad no es así, que para lograr la cristalización de nuestros sueños y proyectos deben realizarse una serie de acciones muy costosas en la exigencia personal porque todo esto implica compromiso y perseverancia.
Ante esto, el Papa Francisco ha invitado a los jóvenes a no “encerrarse en sí mismos” siendo prisioneros de un teléfono, de una red social. “Hay que salir de uno mismo para encontrar a los otros!” (Papa Francisco. Mensaje a los jóvenes. Viaje apostólico a Grecia. 6/12/2021).
Es por esto que deseo invitar a todos los jóvenes que ya están concluyendo o ya concluyeron su período de estudios y empezarán sus vacaciones de verano, a que aprovechen de la mejor manera este tiempo y que dispongan la mayor parte para convivir con su familia, para conocerse mejor como amigos, y tal vez hasta participar en las misiones de verano que se organizan y que mucho ayudan a fortalecer los valores en los que debemos cimentar nuestra vida.
Es una tarea en conjunto, es un reto que inicia en la familia y que la Iglesia apoya con especial interés.
Aprovecho la oportunidad para felicitar a todos los jóvenes que están concluyendo sus estudios profesionales en las diferentes instituciones educativas de nuestras ciudades y los animo a que sigan formándose en todas las áreas de la vida para que logren la realización de sus proyectos, siendo siempre buenos cristianos y buenos ciudadanos.
Del mismo modo, reconocemos el esfuerzo y la dedicación de los niños y adolescentes que concluyen su período de formación básica. Sigan adelante, no dejen de mostrarse dispuestos a recibir más conocimientos que son de mucho provecho para la vida. Tenemos que rescatar los tiempos perdidos por la pandemia. Ojalá y pronto, a pesar de la escasez de agua, puedan continuar su formación que tanto necesitan.
Aprovecho también para agradecer a Dios las lluvias que han estado cayendo en la ciudad y que no dejemos de orar para que nuestras presas alcancen los niveles deseados y pueda darse así un buen servicio a todos los habitantes del Estado.
Y que las autoridades aprovechen inteligentemente este escaso recurso para que llegue el agua a todas partes, especialmente a las colonias más pobres.
También pidamos a Dios por nuestras autoridades, en los diversos niveles de gobierno y en los tres poderes, para que Dios los asista con su espíritu y puedan ayudar a que los ciudadanos podamos vivir y gozar de la paz. Es necesario que México sea menos violento, que México esté en paz.
