Roberto Guillen
…Y cómo puede aspirar a la Presidencia de la República, cuando tiene al Padre de la Patria en el abandono? Exclama la interrogante de Augusto Javier, un turista procedente de Chihuahua, quien se muestra sorprendido al ver cómo el mármol se cae a pedazos de la estatua que la da identidad a la Plaza Hidalgo, que se encuentra ubicada frente al bello y antiguo Palacio Municipal, hoy convertido en el Museo Metropolitano de Monterrey. Pues ya pasó medio año de su administración, y el joven Colosio, nomás no se le ha ocurrido darle una manita de gato.
¿Y dónde está el pretendido prestigio de los industriales de Monterrey?, vuelve a la carga la punzante interrogante de Augusto el chihuahuense, lo cual nos remite a lo que hemos dado en llamar la Bizarra Manhattan Regiomontana, dado que los regiomontanos gentlemans de abolengo de la noche a la mañana se levantan sus torres de 40, 50, 60 pisos, como la Torre Luzia que recientemente nos presumió un desarrollador de apellidos Garza Santos. Y la neta es que esas torres se ven bien apantalladoras, además de que se necesita billete para meterse en esa nueva moda de habitar en una torre de la gentrificación. Pero déjenme decirles, queridos lectores, que no es el único visitante que se ha sentido defraudado por los escenarios de muladar que involuntariamente ofrece a sus visitantes la urbe industrial regiomontana. Porque el Polo, ese bato mezclilludo y botudo que solía deambular por el Vips de Hidalgo, hoy convertido en un escenario de muladar, en una ocasión se me apareció de manera sorpresiva en el Cafelitto, donde prácticamente he instalado mi oficina para soltar la vena de este periodista iconoclasta, y el Polo, que tenía añales de no visitar la ciudad, se mostró sorprendido al ver el muladar en que hoy se encuentra el “Maxims”, aquel bullanguero antro que le daba vida a la otrora “zona rosa” de Monterrey. Pero lo más patético, es que a un lado de lo que era ese Maxims de la Noche Sensual, se encuentra la dirección de patrimonio del municipio regio… y sobre el mismo abandono han colgado una lona con la socarrona inscripción: “Hagamos turismo responsable”.
En síntesis, lo que este periodista iconoclasta consigue interpretar en la ostensible decepción de los turistas, es que hay una dejadez y un valemadrismo en los burócratas que nomás no están a la altura de las instituciones.
Bueno, esperemos que el joven Colosio lea estas líneas y le dé una poquilla de vergüenza… con eso de que Mr. Junco, el dueño de ese boletín chayotero de la plutocracia rapaz, le anda calentando la tatema para que se lance para la grande… Ja!