Atendía a decenas, pero Gonzalitos terminó dando atención a miles en HU UANL

135 ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL DR. JOSÉ ELEUTERIO GONZÁLEZ

A las 11 de la noche del 4 de abril de 1888, a los 75 años de edad, murió el Dr. José Eleuterio González Mendoza (por “afección en el hígado”, según su acta de defunción). Toda la ciudad lamentó su pérdida y se vistió de luto, por varios días se paralizaron las actividades sociales y económicas.

La Escuela de Medicina –fundada por él en 1859– se hizo cargo del cadáver y de embalsamarlo, entre los días cinco y seis. La misa de cuerpo presente se llevó a cabo el día siete, en la capilla del Hospital, en cuya portada colocaron los alumnos de Medicina una lona, cambiando el título de Hospital Civil por el de “Hospital Gonzalitos”. Después sus restos fueron llevados al Palacio de Gobierno, en donde se le tributaron las honras fúnebres oficiales.

El 8 de abril se trasladó el cuerpo del benemérito al “Hospital Gonzalitos”, para darle sepultura. A las cuatro de la tarde partió el cortejó, encabezado por las autoridades estatales y municipales. Al llegar al Hospital fue colocado el ataúd en el pórtico, sobre un catafalco sencillo. Al fondo había crespones y leyendas que daban cuenta de los valores del sabio médico. Al lado derecho de sus restos, se improvisó una tribuna para las elegías y oraciones fúnebres. Al concluir la ceremonia, se llevó el ataúd a la capilla interior del nosocomio, en donde al día siguiente fue sepultado sobre el muro norte.

Sobre su sepulcro se colocó una lápida esculpida por F. Ferri con la inscripción:

No perecerá su memoria y su nombre será repetido de generación en generación. (Eclesiástico Cap. XXXIX, V.10.)

Aquí yacen los restos mortales del Benemérito de Nuevo León. Dr. José Eleuterio González quien supo vivir y morir como buen hijo de Dios. D.E.P. Monterrey, abril 4 de 1888.

La Escuela de Medicina de Monterrey a la memoria de su fundador.

En su testamento dejó un legado, con el cual se construyó la planta alta del antiguo Hospital y el edificio anexo de la Escuela de Medicina, concluido en 1892.

El Dr. González persiste en la memoria no solo por su obra científica, educativa y humanística, sino, además, por su filantropía que lo llevó a ser querido y reconocido por miles de pacientes que recibieron su atención de manera eficaz y desinteresada, ellos fueron los que desde la juventud del sabio médico lo inmortalizaron con el sobrenombre de “Gonzalitos”.

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